Unos 800 migrantes centroamericanos que integran una gigantesca caravana que atravesó México para llegar a Estados Unidos salieron la mañana del martes de Mexicali rumbo a Tijuana, donde los espera una frontera cada vez más reforzada y una creciente animadversión de ciertos grupos locales.
Con sus escasas pertenencias a cuestas, abrigados, algunos hasta las orejas para resistir el frío amanecer del noroeste mexicano, los centroamericanos, en su mayoría hombres hondureños, empezaron su marcha hacia Tijuana en torno a las 6h40 (14h40 GMT) tras reunirse en las cercanías de un parque de Mexicali, fronteriza con la estadounidense Calexico.
"Caminemos por un carril, vamos a dejar otro carril libre, como siempre hemos venido", gritaba con un altavoz el estadounidense Tristan Call, de la organización Pueblo sin Fronteras, que ha asistido a las caravanas en su recorrido por México, iniciado hace más de un mes.
"¡Gracias Mexicali! "¡Viva México!", gritaron unos cuantos migrantes y otro agitaba una pequeña bandera mexicana mientras de fondo sonaba una melodía de la banda puertorriqueña Calle 13: "Hoy me voy pal' norte sin pasaporte, sin transporte".
Les aguarda un trayecto de casi 180 km hacia Tijuana, desde donde esperan poder cumplir su sueño de cruzar a Estados Unidos y conseguir refugio, pues en su mayoría escapan de la violencia y la pobreza en sus países.
La grueso de la caravana caminaba hacia la salida de la ciudad, para de ahí pedir "aventón" (autostop) a los vehículos que transitan por la ruta, como han hecho en la mayor parte del trayecto de más de 4.000 km que han recorrido desde Honduras al extremo noroeste de México.
Este grupo es parte de una gigantesca caravana que se internó a México y que llegó a sumar más 7.000 centroamericanos, la gran mayoría hondureños, desatando una dura respuesta del presidente estadounidense Donald Trump.
Trump acusa a los migrantes de buscar una "invasión" de su territorio y ordenó el despliegue de hasta 9.000 militares en la frontera con México, en tanto ha reforzado con alambre de púas la valla fronteriza en las zonas de Tijuana, vecina a la estadounidense San Diego.
El mandatario había emitido una orden ejecutiva que niega la posibilidad de obtener asilo a los que crucen la frontera ilegalmente, pero fue suspendida temporalmente por un juez.
En Tijuana, donde ya hay unos 3.500 migrantes, los espera además una creciente hostilidad de grupos locales que incluso se manifestaron en las calles el domingo, en tanto un alcalde ha hecho polémicas declaraciones contra los centroamericanos.
Al menos tres caravanas se han internado en México desde octubre como una forma considerada más segura por los migrantes centroamericanos, que a su paso por este país son blanco del crimen organizado y de extorsiones por algunas autoridades.